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Sube el precio de los productos de bajo coste

Se acabó la estrategia de los bajos costes, anunció recientemente Liu Xueqin, experto del Ministerio de Comercio. Las autoridades se han volcado en promover un patrón económico más maduro, que se apoye en el valor añadido y el consumo interno. Dentro de esa estrategia, Pekín ha eliminado las ventajas fiscales para las exportaciones de bajo coste y permitido la apreciación del yuan frente al dólar.

El resultado es que el crecimiento de las exportaciones, acostumbrado a encadenar récords, cayó el 28% en mayo y el 17% en junio, siguiendo la tendencia anual. Pero no todo se explica por las medidas de Pekín. Los costes de producción se han encarecido el 8% este año, espoleados por los salarios y las materias primas. El aumento del petróleo ha triplicado el precio de rutas oceánicas frecuentadas por productos chinos.

La crisis global ha reducido el consumo exterior. En ese contexto han cerrado miles de fábricas del habitualmente robusto sector de las manufacturas chinas, y el Deutsche Bank pronostica la quiebra de uno de cada cinco exportadores intermedios. El escaparate de la fábrica global es Yiwu, en la sureña provincia de Zhejiang, a 300 kilómetros de Shangai.

 

Hace 30 años, era un pueblo de campesinos que malvivían vendiendo azúcar moreno. En los albores de la apertura, las autoridades pensaron que un mercado fomentaría el comercio local. Aquellas 700 precarias casetas al aire libre son ahora 65.000, repartidas en 20 mercados, donde se venden 400.000 artículos diferentes. Hay plantas enteras dedicadas a bolsas de plástico, pañuelos de papel, paraguas o cerraduras. Varias tiendas encadenadas ofrecen solo sacacorchos, y otra ofrece armaduras medievales europeas con el Made in China.

 

La Feria Permanente es el núcleo: tres gigantescas plantas organizadas en 12 calles. Dedicarle 10 minutos a cada tienda implicaría una visita de más de un año. "Lo tenemos todo, y si no lo encuentras, pídenoslo y te lo hacemos", dicen los lugareños. Acostumbran a sonreír si se les pregunta por la calidad.

 

Más de 200.000 empresarios de todo el mundo llegan cada día para aprovisionarse. Los letreros se leen en mandarín, inglés, árabe, coreano, japonés o urdu. De aquí salen el 80% de los adornos navideños, la mitad de las cremalleras y el 40% de los relojes eléctricos del mundo. Mohammed viene cuatro veces al año para surtir su supermercado en Sudáfrica. Se lleva material que ocupa dos contenedores, por valor de 50.000 euros. "Compro juguetes, material de oficina, de cocina- no tengo que ir a ningún otro sitio" Descontado el transporte y las tasas, su beneficio comercial es del 30%.



TODO A UN EURO



En Yiwu también se surten los comercios de todo a un euro, dólar o libra. Khemar provee a un centenar de comercios baratos de Londres. Viene una vez al año, compra material suficiente para llenar un contenedor --unos 20.000 euros-- que llegará a Inglaterra 28 días después. "Son puntuales siempre. Si no, sería un desastre para mis clientes", dice. Lo que convierte a China en fábrica global no es solo la variedad y el precio. Otros países asiáticos como Vietnam producen más barato. Pero China es fiable: el contenedor llega a la hora, y el material tiene los rasgos prometidos.

 

Yiwu ofrece otra ventaja: no obliga a las grandes compras. Por ejemplo, el número mínimo de bolsas de papel es 300. El servicio al cliente organizará los envíos de forma que los costes de envío se compartan con otros destinatarios. Aún así, la subida de precios ha reducido el número de extranjeros, mientras que el de compradores chinos se mantiene.
Los vendedores se quejan de la subida de salarios, doblados en un lustro. El esquema se repite: los sellos de Made in Taiwan o Made in Hong Kong desaparecieron en cuanto sus fábricas buscaron los sueldos bajos de la vecina provincia de Guangdong. Ahora se mueven al interior chino, más alejado de los puertos, pero menos desarrollado y con los costes aún bajos.

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